Una vez leí una definición que se incrustó en lo más profundo en mis convicciones: ¨Trabajar es poner el cuerpo donde el cuerpo no quiere estar¨. La aseveración, un poco exagerada y generalista (como todas las aseveraciones), no deja de tener algún grado de verdad, y cobra mayor sentido en el mundo de la comunicación.
Aunque la mayoría de las agencias se esfuerzan en hacer lo contrario, la comunicación es un campo de trabajo más cualitativo que cuantitativo. Mejor dicho, un trabajo donde lo cualitativo es definitorio. Entonces estamos en condiciones de decir que sin calidad de trabajo no hay buena comunicación, tanto como que sin calidad de vida no hay buena calidad de trabajo.
Actualmente pululan filosofías que elevan discursos alternativos de trabajo, pero pocas de estas opciones ofrecen libertad real a sus trabajadores. Los empoderan y los reagrupan de distintas maneras, pero los siguen dejando allí atrapados en un edificio, cuando múltiples herramientas nos permiten hacerlo desde cualquier parte del mundo, en cualquier circunstancia de nuestra vida, acunando un bebé, cerca de nuestra estufa preferida o descalzos en la terraza.
Todos los que trabajamos en comunicación siempre hablamos de cambiar el mundo actual por un mundo mejor, sin embargo cuando estamos allí seguimos reproduciendo las mismas reglas que criticamos. El miedo, la falta de transparencia y destrezas profesionales hacen que debamos cumplir horarios en lugares físicos para trabajar en comunicación. La libertad, el criterio, la ética real y el profesionalismo nos dan distancia crítica, que justamente elimina cualquier distancia y enriquece los procesos creativos, tan necesarios en el campo de la comunicación.
Hace más de 4 años que trabajamos con colaboradores repartidos en distintas ciudades del mundo (Buenos Aires y Córdoba Argentina, San José Costa Rica), los mismos colaboradores, totalmente comprometidos con sus roles en Mamsha, pero igualmente libres de trabajar en otros proyectos; apelando siempre a la ética profesional y en pos de los intereses de nuestros clientes. Esto, además de darnos mejor calidad de vida a todos, nos enriquece como profesionales y hace que logremos cada día un trabajo mejor.
Hay gente que trabaja mejor por la mañana, hay gente que lo hace por la noche, algunos les gusta sentir el murmullo cálido de una cafetería y otros el silencio reconfortante del hogar, la vista de las tardes desde su departamento… Disfrutar de esto mientras trabajamos definitivamente hace que el trabajo salga mejor.
No hay que pensarlo demasiado, son las personas las que hacen la comunicación y una persona feliz logrará una comunicación más plena, más llena de contenido, más sincera, más útil, más creativa, más sana, más cierta; que seguro comunicará mejor.