Hace un tiempo atrás no pensaba en convertirme en madre. No me identificaba con aquellas mujeres que entregaban su tiempo, sus preocupaciones y sus energías a una nueva vida. De repente, un cuarto de la casa se pintó de otros colores, la música se transformó en un llanto sensible y, por las noches, el despertador comenzó a sonar más seguido con una voz que se hizo familiar.
Julia nació sin saber que su mamá se venía preparando para enfrentar el mundo laboral del emprendedurismo, organizar sus días entre calls, reuniones y clientes. Julia no sabía qué era una charla, un taller o un blog. Julia aún no lo sabe pero nació para empujar mi voluntad de hacer y trabajar independiente.
Ser emprendedora y vivir sin sueldo fijo conlleva una responsabilidad extra cuando el ser más importante de tu vida también depende de ello. Mis prioridades se fueron organizando y me hicieron más multitasking que antes y aprendí a aprovechar más los tiempos.
En un mundo cargado de estrés y ansiedad, con una industria en continuo movimiento, no podemos darnos el lujo de la conformidad y quietud. Cuando aposté por crear mi propio negocio tuve en cuenta lo que traía consigo: la inestabilidad laborar, presión personal y quiebre de reglas establecidas para mujeres de mi edad. Sin embargo, no temí en intentarlo. Ese fue el primero de los aciertos.
Ser madre y trabajar de forma independiente no es fácil. Tampoco es imposible. El secreto reside en cómo ser malabarista de tiempos y responsabilidades. Cómo llegar a la autorrealización personal sin olvidarme de Julia y sus necesidades. Descubrí que nada mejor para mi hija que ser el reflejo de una madre plena, mujer apasionada y profesional responsable.
Algo más sucedió: mi pasión por la profesión se profundizó. Hallé en mis objetivos profesionales la energía para poder hacer, crecer y vivir. Construí nuevos rumbos, conocí nuevos clientes, estudié y leí mucho más y construí un futuro inmediato con Julia en los brazos. Aprendí a delegar, no sólo trabajos, también el cuidado de mi hija. De a poco y con la satisfacción de la maternidad, mis proyectos laborales se convirtieron en refugio, fuente de energía y nuevos sueños.
Aquí está Julia, sentada a mi lado y sonríe pícaramente. Tal vez entiende que estoy escribiendo sobre ella.