“Mompreneur” es la etiqueta contemporánea que se le da a una mamá que va tras sus sueños e inicia un negocio. El énfasis cultural acerca del equilibrio entre el trabajo y la vida personal, la evolución de las comunicaciones digitales y las oportunidades de trabajar desde el hogar han contribuido a que más mujeres encuentren su camino hacia el entorno empresarial, bajo sus propias reglas.
No sé si te pasar pero ser mompreneur o madre emprendedora es igual de gratificante y maravilloso que el trabajo de ser madre, pero también desafiante y consume cada vez más y más de tu tiempo. Y no todo es color de rosa. Ser emprendedora no siempre garantiza lograr la solución intermedia, ya que si le dedicás poco tiempo terminas trabajando realmente tan poco que tu negocio no es rentable ni productivo, pero también es posible que la pasión por el negocio propio te absorba tanto que no podás estar tranquila ni en tu casa un domingo por la noche. Siendo emprendedora en general, a menos que el negocio sea tremendamente exitoso de la noche a la mañana (lo cual es excepcional aclaro, como es el caso de la escritora de Harry Potter JK Rowling), el ingreso va a ser variable, así como el tipo y cantidad de trabajo. Siendo pocos en la empresa, las tareas a realizar suelen ser variadas, desde administración, hasta gerencia, ventas y RRHH en sólo una hora. Para mí, lo normal es que el negocio se estabilice (al menos con un ingreso mínimo) a los 2 años de haber iniciado.