En mi época de colegio, ICQ era la manera de comunicarse.
En la universidad y en los inicios de mi vida laboral el desaparecido Messenger de Hotmail y Skype.
Tener videollamadas era un tema muy “moderno” en esa época, por ahí de inicios de los años 2000.
Sin embargo era una práctica que crecía y que no solo tocaba temas laborales sino personales.En el 2006 cuando estudiaba en Argentina, no tenía wifi en mi apartamento y me tenía que ir a un “cyber café” para comunicarme con mis papás, donde escribía largos correos electrónicos con detalles, adjuntos, anécdotas o teníamos videollamadas por alguna de esas aplicaciones. En ese momento no tenía whastapp y mis papás no estaban ni en Hi5 o en MySpace.
La comunicación era otra. El trabajo también.
No fui si no hasta hace poco que presencialidad reinaba en todo sentido. Cuando creamos Mamsha en el 2010, siempre basamos sus operaciones en la virtualidad. Yo tenía más de 7 años de estar en una oficina y quería mi vida de nómada digital. Quería trabajar desde donde quisiera. Pero los primeros años eso no fue así. Desde el 2010, me reuní presencialmente con todos mis clientes. Volví a las presas, a tener reuniones de casi 4 ó 5 horas y a invertir mucho tiempo en la gestión de las cuentas, lo cuál es importante, pero desviando un poco la energía y enfoque hacia las estrategias y creatividad de cada proyecto. Sumado a eso nunca me gustó Skype en realidad. Usé Hangouts varias veces por trabajo que estaba fuera de Costa Rica, pero la verdad era que no había virtualizado bien los procesos. No entendía cómo hacerlo.
Más que nómada digital, lograr un negocio digital.
Hace unos 4 años, una clienta me invitó a tener una videollamada por Zoom. Fue un gran descubrimiento. Comprendí que podía tener presentaciones, dar cursos, tener reuniones de status, ofrecer asesorías virtuales, todo desde una aplicación, desde mi casa, oficina, un café, un aeropuerto o desde Córdoba (así es, visitamos la familia y yo muchas veces sigo trabajando) por medio de una aplicación bastante sencilla de utilizar y con características que se adecuaban a lo que yo estaba buscando, sumado a esto junto a TeamWork y 17Hats, había logrado armar una estructura operativa 100% digital.
Zoom y aislamiento social.
Ahora una cosa es usar Zoom para trabajo y otra para socializar. Yo no lo he logrado. No he tenido tantas “calls” con amigos o familiares como veo en redes sociales que mucha gente tiene. Yo necesito un café o un vinito, tocar y ver a la persona y hablar largo y tendido, no a través de una pantalla. Pero hasta ha pasado con mis clientes, con lxs más “viejitos”, extraño reunirme con ellxs, porque esas reuniones presenciales, son más que trabajo: creamos y filosofamos. Así que sigo escribiendo correos y de vez en cuanto tengo “FaceTime” con mis amigxs y familiares más cercanos pero a veces nada más un pequeño mensaje por whastapp y con eso sabemos que estamos bien y que pronto nos veremos. Lo que sí he tenido que hacer es optimizar y ordenar mi agenda virtual de Zoom vía Acuity porque al inicio de la pandemia la cantidad de horas que estuve en Zoom fue exorbitante. Sumado a lo anterior, le agrego dos acontecimientos más:
1. El traslado de la vida escolar de mi pequeña hija a videollamadas, lo cual no me hace gracia para nada. La escuela ha hecho un esfuerzo sobre humano pero todos y todas queremos que estos pequeños niños y niñas vayan a jugar y aprender a un lugar mágico como es su kinder, junto a sus compañeritos, al aire libre y con muchas cosas hermosas.
2. Y el traslado de mis dos cursos de la universidad a mediación virtual. Al inicio fue complicado, por temas técnicos pero también porque para mi dar clases es una pasión y lo hago sin ninguna obligación y amo la presencialidad. La discusión, la interacción y el aprendizaje son únicos. No digo que vía Zoom no se logre, solo que tenido que trabajar más por lograrlo. Al final de la pandemia nos daremos cuenta si funcionó.
Zoom, amor y odio.
Una decide como enfrenta las cosas y donde pone la energía.
La tecnología no es el problema sino como una reacciona ante esto.
Muchas veces he odiado Zoom y otras la he amado.
He aprendido que somos seres sociales y que necesitamos la comunicación no verbal. Bueno, yo la necesito. No ver al otro y solo hablar es algo loquísimo o la mirada de una que ve a otra cámara y no a los ojos del participante. Así que después de todo este recorrido virtual que he tenido en los últimos años y que se ha incrementado en los últimos meses, en tiempos de zoom, podría recomendar:
1. Practicar: Si nunca has usado Zoom, tratar de ingresar antes de una videollamada ya que así confirmás audio, ingreso, y uso.
2. Agendar: Una cosa buena de Zoom es que podés enviar la invitación a tu agenda en Google o el sistema que usés, y ahí queda el enlace. Me parece súper práctico así no estás solicitando al otro 5 minutos antes el enlace de la llamada.
3. Puntualidad: Como en toda reunión pero tomando en cuenta que hoy más que nunca las reuniones virtuales deberían ser más eficientes, con una agenda y enfocadas en resolver un objetivo puntual.
4. Tener Luz: Tratar de que la otra persona te vea, hablar con alguien sin luz, es medio extraño, es discutir un tema con una sombra. Mi hija se asustaría mucho.
5. No abusar de los “Fondos Cool”: No abusar de los fondos. A mi en lo particular no me gusta porque nunca en un 100% funcionan y la persona se ve extraña y le quita atención a la discusión, desvía la atención.
6. Evitar llamar en grupo: Me refiero a 5 personas en un lugar teniendo una videollamada con otro. Yo recomiendo cada quien desde su dispositivo porque en una videollamada 5 personas de un lado y una del otro, cuando habla una persona que no está frente a la computadora, afecta el proceso de comunicación porque ves a una persona pero esuchás a otra, de nuevo muy raro.