Marie Curie fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel desafiando el prejuicio del conocimiento, inteligencia y mérito por género. Cleopatra defendió su reinado egipcio frente a poderosos hombres. Coco Chanel quebró estereotipos y transformó la moda y personificó a una mujer renovada, en busca de independencia, sociabilidad y creatividad.
Estas mujeres son ejemplo de lo que la historia fue cosechando para el género femenino en el Siglo XXI. Luego de años ausentes en el sistema laboral y de producción económica, la revolución del siglo pasado ha evolucionado hasta dar paso a mujeres líderes y poderosas. Aparenta no ser una cuestión de género, pero en el fondo lo es. Lo que nos diferencia de los hombres en la forma de pensar, comunicar y razonar es inevitable que no nos diferencie en la forma de trabajar.
La mujer utiliza su smartphone para conseguir recetas fáciles y rápidas, lleva el historial de su estado físico mientras hace running, baja aplicaciones para madres primerizas, forma comunidades virtuales para informarse sobre estética y salud, ansía tiempo para sí misma, lee libros escritos por mujeres sorprendentes y también trabaja. La mujer, tanto por sus competencias inherentes a su género como por su batalla por libertad e independencia ha creado un mundo de multifunción que no eclipse su vida familiar, su maternidad, sus historias de amor y sus intereses personales.
El Mundo de la Comunicación de Marcas no es ajeno a este nuevo rol de la mujer. Grandes empresas van dejando lugar al género femenino en puestos de poder de decisión y trasformación. Pequeñas empresas son creadas por mujeres con espíritu emprendedor, desafiantes y vitales. Hasta los gobiernos han cedido espacio para que mujeres lideren su destino.
La mujer es la compradora más conocida, su rol en el hogar la ha convertido en la decisora oficial de la consumición y su percepción y sensibilidad la acerca a las necesidades de los demás. Esto la convierte en un activo muy importante a la hora de vender. Si una mujer sabe cómo, qué y dónde comprar, también debería saber cómo, qué y dónde vender. Es por ello que la mujer en el ámbito del marketing puede generar estrategias innovadoras y eficientes.
Parece un mundo ideal. Pero aún no lo es. El camino de la mujer hacia la igualdad es tedioso y confuso. Como emprendedora me ha costado alejarme del prejuicio, como madre me ha costado estabilizar mis prioridades y como mujer me ha costado balancear todas mis tareas. Sin embargo, para mí nunca fue una cuestión de género. Siempre ha sido una cuestión de metas, proyectos, plenitud personal y profesional.
Lo cierto es que el rol de la mujer propicia un nuevo mundo de oportunidades para profesionales como nosotras. Un espacio en el que el liderazgo y el trabajo no se sectoricen por género, longitud de cabellos o estilo de maquillaje.