Hay una frase que un viejo amigo siempre decía: ¨la juventud todo lo perdona¨, y si bien en aquellos tiempos nos hacía gracia, hoy retorna a mí en su dimensión más evidente. Ahora que cumplí 35 años, que hace 8 que estoy casada y tengo una hija de 1 año y 3 meses, la vida parece mostrarme por fin su auténtica densidad.
Es entonces cuando la gestión de nuestra propia vida se convierte en el trabajo más complejo que debamos enfrentar cada día, y estos detonadores, como tener un hijo, eventos que nos replantean el modo de abordar nuestra cotidianidad, entendiendo a ésta como todo nuestro universo de quehaceres, responsabilidades, aspiraciones, familia, trabajo.
MOMPRENEURS: LA PALABRA QUE DESCRIBE UNA NUEVA REALIDAD DEL MUNDO DE LA MUJERES
El nacimiento de Julia fue para mí el desmantelamiento repentino de viejas ingenuidades y un replanteo radical de objetivos y prioridades. Desde tener tiempo para ir al cine hasta calibrar las reuniones de trabajo, todo cambió, todo lo que era en cualquier momento ahora debe encontrar un espacio muy preciso y precioso de nuestro tiempo.
Es así como la felicidad de tener un hijo entraña múltiples retos y enseñanzas de las que ninguna mujer está exenta. Aquí un resumen de las 4 cosas más importantes que he aprendido al respecto:
La agenda vale oro: sin bien ya estaba muy entrenada en llevar una agenda de actividades y trabajo ahora debo ser mucho más rigurosa. Después del nacimiento de Julia la agenda es mi nuevo libro sagrado, el primero que consulto por las mañana y el último que cierro por la noche.
La pareja y la familia es un equipo: la sincronía y el apoyo familiar es determinante para poder seguir adelante con todas nuestras actividades. Si trabajas o eres emprendedora entenderás muy pronto el valor de este apoyo, que te quita preocupaciones y remordimientos en tu tiempo de ausencia maternal.
Tú eres la madre: pase lo que pase tú eres la madre y sólo tú sabes lo que es mejor para tu vidal, la de tu familia y tu niño. Las redes de apoyo son esenciales pero deben entender su lugar. Eres responsable de las decisiones que tienen que ver con la crianza, la salud y el bienestar de tu niño, debes informarte y empoderarte al respecto más allá de de la cantidad de tiempo que puedas dedicarle personalmente.
El trabajo debe seguir adelante: está bien hacer una pausa y recuperarse después del parto, pero hay que tener claro que debemos retornar a nuestras actividades, y eso no solo pensando en su dimensión económica o productiva, sino sobre todo en la profesional. El ritmo actual de trabajo no nos permite licencias demasiado prolongadas o en todo caso, más se prolonguen más dificultades encontramos al retornar.
¨La juventud todo lo perdona¨, decía mi amigo y efectivamente esa parte de la juventud ya pasó para mí. Eso no significa ser menos feliz, sino serlo doblemente, ahora con más responsabilidades, pero también con más conciencia de lo que verdaderamente importa.