Los millennials han sido unas de las generaciones más “estudiadas” y comentadas de la historia. Más estudiadas en tiempo real, para ser más precisos. Es decir, mientras los millennials iban y van creciendo y siendo, diversos estudios y artículos parecen irles otorgando una manera de ser, como modelándolos de manera constante.
Las nuevas tecnologías impactan en la sociedad produciendo cambios sustanciales, pero de allí a que estos cambios hagan que todos seamos nuestros propios jefes hace, cuanto menos, poco creíbles los vaticinios de la literatura disponible sobre el tema. Hay más posibilidades de emprender, sí. Esto significa que estamos ante una generación más emprendedora que otras, no.
Se espera que para el 2020 los millennials serán la población económicamente activa más numerosa de la historia (hoy ya superan los 1700 millones de individuos) y representarán alrededor de un 40% de la fuerza laboral, es razonable que la industria quiera saber de ellos. Es sabido que el mercado tiende a formar sujetos útiles a sus necesidades, pero no es transparente que los estudios hagan pasar por tendencia lo que en realidad el mercado quiere o necesita que suceda.
El compromiso con temas ambientales o la reprobación hacia las compañías que no proponen un planteo sostenible, son temas más sujetos a la agenda internacional del planeta que a una generación. Del mismo modo, la flexibilidad laboral no es un rasgo de una generación, sino la posibilidad que esta toma debido a las plataformas disponibles.
Leía en un estudio de Deloitte que el Betrix, el triunfo de Trump, los atentados terroristas han hecho que los millennials valoren más la estabilidad laboral. Creo que la estabilidad es algo muy valorado en cualquier época de la historia, claro está que la valoramos más cuando la perdemos o nos acecha el peligro de perderla.
Quizás los millennials no sean tan millennials como se los pintaba y vayan tomando rasgos más propios de los jóvenes de todas las épocas. Los cortes en los estudios en ciencias sociales siempre son controversiales, no es como cortar una manzana. Definir una generación por un número de variables o comportamientos (la mayoría orientados al universo laboral) no parece suficiente.
Tampoco creo que una misma generación se comporte igual o sea homogénea en países y realidades socioeconómicas diferentes. Por otra parte, querer formar parte de la toma de decisiones o hacer del mundo un mejor lugar para vivir son motivaciones compartidas por los jóvenes de todas las generaciones de la historia.
Cientos de artículos hablan sobre el desafío de adaptarse a los millennials que tienen las empresas. Hace poco conversaba con un especialista en recursos humanos de una importante compañía multinacional, quien me desmintió este tema con un: todos debemos adaptarnos a todos y todas las generaciones tenemos algo valioso que aportar.
Trabajo y educo a millennials desde hace ya unos 5 años, y yo soy una millennial, generacionalmente hablando si lo tomamos por los nacidos a partir del 1982. Puedo asegurar que hay muchos millennials que no responden a los rasgos descritos con tanta insistencia. El hecho de que la mayoría tengamos un teléfono en la mano no nos hace para nada similares. Somos una generación, tenemos retos, temores, anhelos y realidades compartidas, claro que sí.
Mi padre que es profesional independiente, tiene el empuje, la perseverancia y la capacidad de innovación que pudiéramos atribuirle a un millennial, y tiene 63 años. Pensándolo así, hay millennials en todas la épocas y por todas partes.