Han pasado 20 años desde que yo terminé el colegio y varios más desde que terminé la escuela.
Para muchas personas esta etapa puede ser sinónimo de terror, pero me complace decir que mis años en esa institución fueron gratos. Aunque, como dice el dicho, “etapa superada”, recuerdo con cariño mis tardes entrenando en el equipo de porrismo, participando obras de teatro en donde creía que mi actuación podía ganar un oscar, alguno que otro novio y en especial a mi grupo de amigas.
Actualmente, estoy del otro lado. Ya no soy la niña que va a la escuela, o la adolescente que solo quiere irse a la playa con amigas. Soy una mamá buscando un kinder para mi hija de tres años.
Antes de volvernos padres, Fede, mi esposo, y yo, sabíamos que una buena educación escolar debía ser crucial en la crianza. Un año después de que llegó Pupita, como ambos trabajábamos, buscamos una guardería (o daycare).
Aunque bien acompañada, con un esposo que creció y estudió en la Ciudad de Córdoba, el trabajo para buscar un centro educativo de confianza lo he liderado yo. Encontramos refugio en un lugar muy especial cerca de la Universidad de Costa Rica (UCR) por los últimos dos años. Bajo una modalidad Montessori, Julia ha pasado su tiempo aprendiendo a través del juego y junto a personas y compañeros increíbles.
La etapa en este lugar se termina a los tres años. Es decir, este 2019, con una graduación, Julia se despedirá, por ahora, del espacio que la vió formar sus primeras amistades y forjó a su madre, sí porque no soy la misma desde que mi hija entró aquí: me convertí oficialmente en una mamá que trabaja, que hace tareas, que se ha olvidado de cosas y que forma parte de grupos de whastapp donde se hablan cosas de los hijos y el kinder. Algo súper nuevo para mí. Este 2019 yo también le diré hasta luego a un grupo de madres y profesoras increíbles.
La verdad es que no existe un plan maestro, perfecto o macabro acerca de donde quiero que estudie mi hija, todo lo que queremos es que ella sea feliz.
Sin embargo, como buena publicista, he dedicado los últimos meses de mi vida a hacer un benchmarking de las escuelas en Costa Rica. Un simple excel, nada elegante: Nombre de la escuela, costos de matrícula, mensualidad, after school, alimentación, clubes, uniformes, materiales, transporte, etc.
Aprendí que para encontrar un Kinder, nos toca a los padres hacer la tarea.
Tomé en cuenta dos variables generales: la primera, que la institución se encontrara cercana a mi radio de movimiento y la segunda, que estuviese dentro del top 20 del ranking de la revista EKA. En lo personal, para mi era importante que fuese una escuela bilingüe, con lindas instalaciones, buena atención integral para los niños y con un abanico de ofertas para que Julia pueda explorar sus skills.
Comenzamos así a visitar escuelas. Visité casi 10. Coordiné citas, tuve reuniones presenciales, conocí la institución, analicé, pensé, discutimos en familia, etc.
Fui una y otra vez a los Open Houses. No tengan miedo de pedir una cita para ver el colegio y después decir que no.
La primera vez iba yo, la segunda con mi esposo y a la tercer llevábamos a Julia. Sus ojitos celestes analizan el espacio de forma rápida y emocionada y cuando le pregunto si le gusta, me he topado con alegres “sí, mami” o secos “no”.
Después de nuestras visitas, venía la segunda etapa: comenzar a sumar las demás variables. Aparte de matrícula y mensualidad, debemos agregar los gastos de libros, uniformes, alimentación, buses y extraclases.
Mamá, papá: No se dejen influenciar solo por un ranking. Hagamos la tarea. Vayan a los colegios, comparen precios y escojan lo que realmente pueda ser mejor para sus hijos. En mis visitas comprobé que muchas de las instituciones de prestigio clásicas de mi época han perdido su brillo con los años, pero aumentado sus tarifas.
La escuela es una etapa crucial, pero no creo que tajante o una condena para el niño. Pareciera que muchas personas en Costa Rica no comprenden esto, porque algunas se han tomado la libertad de emitir juicios de valor cuando les menciono “el top 4” que ya formamos. Aprobación o desaprobación, estamos contentos con nuestra escogencia. Es decir, matriculen a su hijo en la escuela QUE LES FUNCIONE, LES GUSTE y SE SIENTAN BIEN. Nadie más va a hacerse cargo de esto por ustedes así que traten de no escuchar mucho tantas opiniones.
Ya estamos a un 95% de terminar este proyecto inicial aunque sabemos que apenas estaremos iniciando esta etapa el próximo año. Haremos lo mejor que podamos pero creemos en que será ella quien nos indique en que lugar se sentirá mejor.
En cuanto a Julia, todavía no hemos tenido esa gran conversación de que no irá más a su amado kinder. Sé que para ella va a ser un reto, pero bueno, la acompañaremos.
Muchos éxitos a todos y todas que están en búsqueda de un centro escolar.
(No voy a compartir el excel, me arrepentí, pero espero que esta pequeña reflexión les sirva.