La pregunta de cómo crear y gestionar tu propia marca ha sido uno de los temas más importantes tanto de mi carrera creativa como de mi formación profesional. Puede ser que surge de mi necesidad de sentir que mi trabajo tiene un significado y que le aporta algo a mi identidad personal o puede ser también el deseo sencillo de tener una vida alineada según lo que me dicta la pasión, autenticidad y la creatividad.
La clave de crear y gestionar tu propia marca yace en reconocer que el mercadeo es personal. La gente le compra cosas a la gente que conoce, por lo cual tu personalidad es una ventaja para tu negocio. Pero incorporarle tu esencia a tu producto no es una labor fácil: sos una persona compleja que evoluciona constantemente. ¿Cómo, entonces, saber cuáles aspectos de tu personalidad incluir en tu negocio? ¿Dónde trazás los límites?
Pensá en tu marca personal como una cena con invitados.
Si invitaras entre 4 y 6 personas a tu casa a cenar, ¿quiénes serían? ¿Cuáles son las cualidades, las características y los valores de tus invitados? ¿Podés indicar la formación profesional de cada invitado y los consejos que te ofrecerían?. ¿Cómo estaría vestidos?.
¿Cuál es la razón de tanta descripción? Cada invitado en realidad representa un aspecto de tu personalidad, tu formación profesional y tus aspiraciones. Buscá temas y patrones recurrentes entre tus invitados sentados alrededor de “la mesa”. ¿Qué tienen en común entre ellos y con vos? ¿Cuáles invitados te inspiran más y te atraen? ¿Qué los hace tan irresistibles? Si aquellos invitados más llamativos pudieran cambiar tu marca, ¿qué harían primero?
Aunque la actividad de invitar distintas personas a una cena podría darte la impresión de estar aprendiendo sobre la marca personal de otras personas, en realidad estás reconociendo aspectos específicos de vos mismo que admirás en ellos. Estás identificando ese toque especial que los hace memorables. Podés ver más claramente cuales detalles armonizan – y cuales no – cuando compartís tu marca con tu audiencia.
Una vez que sepás quién sos y cómo querés que te conozcan, podés hacer cambios más decisivos en ciertas cosas más superficiales como los colores, el diseño del logo y las imágenes que vas a usar en tu sitio web y en redes sociales. Cuando no sabés cómo avanzar, podés preguntarte: “¿Qué dirían mis invitados? ¿Cómo podría traducir esos consejos con mi propia voz? ¿Cómo aplico un poquito de ese estilo que admiro en ellos a mi propio conocimiento?”
Acordate que no estás copiando a tus invitados; más bien, estás identificando tu propia voz y estilo en sus características más admirables. Intentalo la próxima vez que posteés en tu blog, escribás un correo electrónico o comentés algo en las redes sociales. ¡Tus invitados podrían ayudarte a expresar tu mensaje con el tono que tanto te ha costado encontrar!
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