Foto: Julia con Madrina Magdalena
En agosto de este año viví una experiencia muy particular con Julia. No sé en qué momento, mi esposo y yo, tomamos la decisión de viajar a Córdoba, Argentina, para visitar la familia, pero lo hicimos. Visitar esta ciudad conlleva una logística interesante, ya que salís a las 6:00 a.m. de tu casa y llegás a las 12:00 a.m., casi un día de viaje (tenés que tomar dos vuelos SJO-PTY y PTY-COR), algo que nunca habíamos experimentado con un bebé. Sumado a esto, teníamos nuevas experiencias como movernos por Córdoba Capital y Morrison, con Julia.
Ante este panorama vacacional, decidimos investigar un poco sobre el tema de viajar en avión con niños menores de 2 años, prepararnos, pero (y lo aclaro) tratar de relajarnos y entre todo lo que queríamos hacer, estar tranquilos. Teníamos casi 2 años de no ver a mucha gente que queremos y de estar en esta ciudad, así que lo principal era (y fue) disfrutar y divertirnos.
Casi 1 mes de viaje, está lleno de anécdotas y recuerdos que podría compartir en otro espacio y con una taza de café, pero ante la pregunta ¿es posible irse de vacaciones con un bebé y descansar?, mi respuesta es sí, pero tratando de:
1. Llevar su sillita del carro al viaje. Ante todo la comodidad y lo familiar.
2. Cita previa con la pediatra para chequeo y entrega de botiquín. Aquí aclaro que nuestra pediatra, la Dra. Fallas (inserto corazón), nos armó un botiquín ahí mismo en el consultorio y nos hizo una receta por todo, por cualquier eventualidad en aduanas.
3. Ya había leído en dos artículos de bloggeras en Los Angeles y Michigan, que habían tenido mala experiencia de vacaciones con niños pequeños en hoteles, con itinerarios muy estrictos y recomendaban irse de vacaciones a una casa con espacio amplio para jugar. Así que estaba tranquila de que íbamos a estar con Julia en casas, con espacios cómodos y grandes, donde ella podía jugar y evitar cansarse en actividades que no le llamaran tanto la atención.
4. Tener tiempo para jugar (PLAYTIME). Durante este viaje, pasamos muchos horas en el auto, yendo y viniendo, así que tratamos durante la mañana, desayunar tranquilos, compartir con nuestros anfitriones y que Julia jugara. Llevamos juguetes de casa al viaje y los llevamos a todo lado.
5. Viajar en hora de siesta (naptime), un clásico de que todos los papás aplicamos siempre, en un viaje también sirve.
6. Beberito con agua. Julia ama su agua y la pide siempre, nos salvó varias veces de que no le diera un ataque de histeria.
Por último, y clave, fueron los anfitriones: los abuelos, los tíos, los primos, los amigos. Todos estaban preparados para recibirnos no solo a nosotros sino a Julia. Y eso es súper importante. Si visitás una ciudad con tus hijos, debe adaptarse a ellos, no ellos a la ciudad.
¿Y el viaje en avión?
Confieso que no tenía expectativas de nada y pensaba que iba a ser un caos total. Pero Julia como siempre me sorprendió. Esta vez todo salió súper bien, no sé si en otra oportunidades así será, pero puedo decir que sobrevivimos satisfactoriamente a nuestro primer vuelo en avión. Sin embargo, mi esposo y yo, estamos seguros que este éxito fue gracias a:
1. Reservar el primer vuelo durante la mañana (esto lo recomendó Priscilla, la chica que nos ayuda con temas de viajes).
2. Darle leche al despegar
3. Llevar el coche (para andar por los aeropuertos)
4. Empacar su merienda preferida para comer durante el vuelo
5. Tablet lista con muchas aplicaciones para jugar
6. Pocos juguetes: libritos para leer y hojas blancas para pintar
7. Es importante que el niño ande con ropa cómoda, su manta y almohadita
8. Mucha paciencia y amor por parte de uno y entender que esto es algo nuevo para ellos y que en definitiva es para pasarla bien no estresarse.