2006 marcó un hito en mi vida.
Recuerdo mi papá enseñándome una hoja impresa con una imagen de Google Maps explicándome donde quedaba Córdoba. La verdad Argentina nunca fue un lugar que tenía en mi radar de sueños. Estudié 1 año italiano, me gradué y nunca visité Italia. Apliqué por 2 años a becas para ir a Estados Unidos, y recuerdo que la secretaria de la Casa Amarilla solo me dijo “sus papeles se fueron en la valija” pero la llamada de la Beca de la OEA nunca llegó. Lo que si llegó tiempo después fue un correo de una tal Vanina Papalini, diciendo que sí me aceptaban como becaria en la Universidad Nacional de Córdoba y que con esos papeles podía participar de la beca. Meses después me llegó el correo y la carta en papel. Febrero de 2006 estaba montada en ese avión. Ese viaje que cambiaría mi vida.
No viajaba para enamorarme, viajaba para huir. Huir del amor. Amores que matan. Esa era mi historia. 2 novios, 2 relaciones, 2 hombres que me dejaron. Corazón roto. Por suerte tenía mis amigas y amigos apoyándome. Nunca olvidaré todas las conversaciones y uno que otro trago para olvidar. Hasta mis papás lloraron. Lloraron conmigo a las 3:00 de la mañana después de un Palmares o de un Sambuka (un bar en Escazú que ya no existe).
No me gustaban los argentinos. Yo era una mujer joven, soltera, libre y que por primera vez iba a vivir sola. Independencia ven a mí. Como la deseaba. Creo que necesitaba enamorarme de mí. Creer en mí. Y eso hice. Tuve varios dates pero nada, mi cabeza estaba enfocada en la universidad. Toda nerd pero que delicia. Que rico estar en ese campus, caminar, leer, discutir, aprender. En ese éxtasis cerebral, en un grupo de estudio en la casa de Vanina, apareció un chico, que me invitó a fumarme un cigarro, comerme un alfajor e invitarme al otro día a una caminata de un parque espectacular. Fuimos un grupo. Regresamos dos, me hizo pasta casera, conversamos por horas, me pidió un taxi y eso fue todo.
Tiempo después me contaría como conoció a Vanina yo confirmaría que si le damos oportunidad a nuestro destino de mostrarnos las señales podemos encontrar disfrutar las sorpresas que la vida nos tiene preparadas.
No habían pasado ni 6 meses de mi regreso a Costa Rica cuando ya estaba trabajando con total pasión en JBQ, con novio y subiendo fotos a Hi5 y la red social de Hotmail, que ya no recuerdo como se llamaba. Ahí, durante los tiempos muertos en agencia, conversaba con mi amigo cordobés. Chateabamos de todo. Primero por messenger y años después por Skype. A mi me terminaron, él terminó, y en un abrir y cerrar de ojos nos convertíamos en novios en Mayo del 2009 en una playa costarricense, sin miedos ni planes. Dos meses después viajaba a Córdoba donde mi futura suegra sacaba un mapa y me preguntaba: “Bueno, adonde queda Costa Rica”. Tuve visto bueno rápido, aunque meses después mi suegro (a quién no conocía) se vino hacer inspección en San José, directamente a ver que era eso de agregar una tica a la familia (no se preocupen que me aman).
Así que sin gran preámbulo, Fede y yo nos casamos el 26 de Febrero del 2010.
Viajamos en Marzo de ese mismo año para la celebración en Morrison, Córdoba y una mini luna de miel en Buenos Aires.
1 año después hicimos una boda religiosa con nuestra familia y su familia (casi todos vinieron). Las 3 celebraciones para nosotros fueron perfectos.
Fast forward, a pocos días de cumplir 10 años de casados, según dice el registro civíl y todas las fotos que veo en mi computadora, siento que es momento de hacer una pausa y reflexionar sobre el amor y en mi caso, el matrimonio.
Creo que el amor es una decisión. Suena trillado pero creo fielmente que lo es. El amor es libre, leal, responsable y empático. Por lo tanto una decide todos los días amar al otro.
Creo que el amor existe, es real, crece, evoluciona y se mantiene con los años.
Y creo que el amor hay que “pimpearlo”. Es decir, meterle candela. Los dos. Sino se va, se apaga, se mete en una caja en el closet y adios.
En mi caso nosotros decidimos casarnos. No es obligatorio. Creo que el amor no necesita de un certificado. O una boda. O una foto en redes sociales.
Como decidimos casarnos y hacer público nuestro amor, compartimos estos 5 aprendizajes después de 10 años de estar casados:
Espero que la vida nos regale más años, mis papás llevan más de 40, ahí veremos, mientras tanto queda este texto, para cuando Julia quiera leerlo.